Viva
la libertad!
Por
Elina Aguirre
Hace tiempo me topé con una foto, en realidad con unas
cuantas, pero en una aparecía la palabra “libertad”. Me detuve porque tenía en
mente la preocupación por un texto que debía escribir sobre la palabra “libre”.
En la foto, unos pibes, mejor dicho, unos muchachos sostienen carteles que
dicen “viva la libertad!” Me quedé pensando. ¿Qué querrán decir? ¿“Viva (usted)
la libertad”?, sería una paradoja exigirle a alguien que sea libre. ¿O querrán
decir que la libertad está viva? ¿O será una celebración? Viva, viva, viva la
libertad! Aunque en la foto no están tan contentos, o por lo menos no
especialmente sonrientes. Evidentemente no se parece a uno de esos posters de
los noventas. Para nada. Podría ser una celebración, sí.
Quizá para entender mejor fui inmediatamente a las
otras fotos. En todas se ve a cada uno de estos muchachos en distintas
situaciones, cada uno por separado en una foto distinta: cerca del mar con una
especie de caña como enganchando a alguien que se está por lanzar; en una
montaña nevada oteando el paisaje; en la calle al lado de un auto; navegando en
un velero… Pero los muchachos en verdad no están en esos lugares (bueno,
pondría entre comillas este “no están”). El truco es que la imagen de estos
paisajes es proyectada sobre una pared, y la foto toma a un muchacho delante de
la proyección haciendo como si estuviera ahí (pero como decía Walt Whitman en
una poesía escrita para un lector del futuro: “no tengas demasiada seguridad de
que no estoy contigo”[1]).
El efecto, conmovedor, de la foto (como el de la poesía), el efecto de estos
auténticos dispositivos, es que ese muchacho está ahí (como Whitman está a
nuestro lado mientras leemos su poema). El efecto se produce en el que ve o lee
y en el que realiza la imagen o la poesía, al mismo tiempo (de un tiempo sin
tiempo).
Estos muchachos están presos[2].
Pero sin embargo pareciera que la libertad, allí, entre ellos, que son
fotógrafos, productores de imágenes, de metáforas (¿las metáforas no son acaso
la libertad de las palabras?), está viva. Viva la libertad! Allí la libertad es
una operación, un efecto, un dispositivo, una relación, una metáfora, pero
también es algo que vive sólo si hay creación.
Esos muchachos se dan cita en un mismo lugar, en
condiciones de encierro, un mismo día, cada semana, a la misma hora, para hacer
más o menos lo mismo, a un cierto ritmo, y ahí abren una raja en el espacio, un
abismo en el concreto, que conecta a dos en un mismo instante creando un efecto libertad. Uno que está supuestamente
en libertad, digo, que no está preso, mira esas fotos y es tocado por ese
efecto libertad. Como Whitman, nos buscamos… nos buscamos en otro sitio del que
nos toca vivir.
[1] Me alegra que haya aparecido así, mientras
escribía, esta relación entre las fotos y la poesía de Walt Whitman. La poesía
de Whitman es maravillosa, nunca la había asociado con la palabra libertad. Acá
va completa:
Lleno de vida, hoy, compacto,
visible,/Yo, de cuarenta años de edad, el año ochenta y tres de los Estados,/ A
ti, dentro de un siglo o de muchos siglos,/A ti, que no has nacido, te
busco./Estás leyéndome. Ahora el invisible soy yo,/Ahora eres tú, compacto,
visible, el que intuye los versos y el que me busca,/Pensando lo feliz que
sería si yo pudiera ser tu compañero./Sé feliz como si yo estuviera contigo.
(No tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo).
[2] Y además forman parte del proyecto de Foto Crazy
que se desarrolla en la Unidad Penitenciaria 11, ubicada en Piñero, Provincia
de Santa Fe.